domingo, 7 de diciembre de 2008

Publicada 09/10/2008
Política Nacional / Carlos Mira
No será igual

Frente a la nueva protesta del campo, el Gobierno ensaya una estrategia diferente que obliga a los dirigentes agropecuarios a reacomodar posiciones.

La semana pasada, el campo volvió a la protesta. Cuidándose como de hacerse pis encima, decidió una acción por 6 días que no incluyó el corte de rutas, más allá de las posiciones más duras que algún sector de productores alentaba.

La posición de la Mesa de Enlace atraviesa un estado de incomodidad evidente, apretada entre las necesidades de sus representados, la desconocida respuesta de la sociedad a su nuevo reclamo y el cinismo de los K.

Desde el voto no positivo de Cobos el gobierno se ha encargado de hacer todo lo posible para hundir a su enemigo en el más profundo pozo de la venganza. En ese sentido, el “hacer” consistió en “no hacer”: las autorizaciones provisorias para exportar que fueron venciendo no se renovaron, en materia de acciones para mitigar la tremenda sequía que azota a medio país no se movió un dedo, respecto de los demás reclamos del sector que se hacían junto con el tema de la 125 no se avanzó un metro. Es la venganza kirchnerista en todo su esplendor.

Pero, claro, los días pasan y la situación del campo se deteriora por minuto. Los precios de las materias primas caen en los mercados internacionales, los costos de los insumos suben y el gobierno disfruta del espectáculo.

¿Cuál es la estrategia? Muy simple: presentarse ante la sociedad como la victima de un sector insaciable que no para de pedir cosas y que no duda en someter a la población al desabastecimiento que provoca un paro con tal de agrandar sus ya desbordados bolsillos. Esto es lo que espera hacer el gobierno. Que la sociedad se convenza de que con el apoyo que le dio al sector éste logró lo que quería: tumbar la resolución 125. Todo reclamo adicional es por la mera gula de la mezquindad económica; por ganar más.

En esas condiciones, la mesa de enlace debe caminar por un estrecho desfiladero a un lado del cual está el gobierno para acusarlos de las consecuencias de la acción directa, del otro está la sociedad para enrostrarle "que no se conforman con nada" y hacia adelante la debacle económica por la inviabilidad del negocio.

Del lado de la sociedad tampoco se puede pedir una profesionalización sobre los pormenores del conocimiento de la actividad agropecuaria. La famosa resolución 125 había tenido el “mérito” –y el costado favorable para la gente del campo- de ser una especie de icono. “La 125”, repetía la gente, en muchos, casos, sin tener total noción de lo que eso significaba. Para muchos ese número era una especie de sencillo código antikirchner: “¿oponerse a los K significa salir a la calle y decir ‘muera la 125’?” “Pues, hagámoslo”.

Pero ahora aquella simpleza ya no existe. Explicar al atribulado ciudadano de a pie por qué, pese a que aquélla batalla se ganó con su ayuda, eso no fue suficiente, va a ser difícil, va a costar más. Y el gobierno lo sabe; no tardará en especular con ello.

El inefable Carlos Kunkel, uno de los que aparece sindicado en Operación Traviata como perteneciente al grupo que planeó y ejecutó el asesinato de Rucci, le ha dicho a la gente del campo que le recen más fuerte a Bergoglio "para que haga llover" porque ellos "no manejan las nubes”.

Más allá de que los eventuales rezos no se dirigen a Bergoglio sino a Dios, lo de Kunkel es un resumen en chiquito de la posición de los K: reírse de la desgracia del enemigo en una mezcla que incluye partes iguales de crueldad y de ignorancia.

Cuando uno ve semejante panorama, las posibilidades de que lo que realmente esté sucediendo sea la intención concreta de quedarse con aquello que hoy le pertenece al "enemigo", son muy altas.

No sería extraño que, siguiendo su tradición familiar, los K y sus acólitos intenten acogotar con la depreciación de sus propiedades y de sus explotaciones a la gente del campo, para después mandarles un emisario a comprárselas por migajas.

Así hicieron con las tierras del sur y con las decenas de propiedades de los deudores que no pudieron devolverles lo que le habían prestado durante la década del '70.

Estamos iniciando una nueva ronda de enfrenamientos entre el principal sector económico del país y el gobierno. Hasta ahora esa disputa estuvo dominada por la ira de la venganza. La Mesa de Enlace enfrenta el desafío de sortear los obstáculos del desfiladero sin caer en ninguno de los precipicios. En la comprensión de la sociedad estará al menos salvarlos de uno de ellos.