lunes, 21 de enero de 2008

Antepasados aborígenes:


Sr Ferrante agradecido estoy del envío de sus correos ,de lo cual me entero de muchas cosas y además lo mejor es que aprendo también y eso que lo sigo haciendo y ya he pasado las cinco decadas largas.-bueno viene a cuento que hace un tiempo mandé a un grupo de gente que por casualidad conocí y luego me visitaron y cuento lo que sé con respecto a algo que tiene que ver con mi vida ,mi pasado y veo que mi presente y el de mis hijos para que también conozcan lo que nadie nos contó y yo tuve solamente el contacto con mi abuela pero nada más ...ella parecía que le llegabamás lo de su madre que era charrúa ,yo la verdad que de ello no se nada y por las dudas le pregunto a Ud que tal vez pueda orientarme más ,sabe de ésto ó me dice ó manda donde puedo averiguar y/o hay algunos libros ya escritos al respecto.-
Ante todo agradecido desde ya por su atención y reciba ud mis renovados respetos y saludos más distinguidos.
de Ud ,atentamente
Angel Barredo.-

.-Un pequeño relato.a mis amigos
Indios/indigenas/originarios/primitivos habitantes de Entre Ríos .-

Me voy a tomar la libertad de contarles una pequeña historia ,modesta y hasta medio -ocre .-
El que suscribe es de apellido Barredo /beron
Por parte de mi padre vinieron del norte de la peninsula ibérica ,creo fines del siglo antepasado de la zona de asturias/leon y provincias baskongadas,por parte de mi madre mi abuelo un tano del norte "Novara" en el piemonte que cuando recala en entre rios y viene a trabajar en -la paz - ,conoce y le gusta ,mucho una hermosa india (mi abuela) ,que a temprana edad 17 años se junta y tienen 10 hijos...una mezcla de morochones y rubiones tostados pero todos con ojos verdes y azulinos ...mi madre, hermosa mujer rubia (de pelo grueso),grandes ojos verdosos de perfil latino griego ,a igual que algunos de los hermanos , pues había otros cobrizos pero los unia el color de los ojos ...es la resultante , hija de esa mistura.-- mi abuela nos acompaña muchos años, ella ,no sabia ha ciencia cierta cuando había nacido y lo medía por la luna,su apellido no era beron,sino se lo habían dado , del dueño de la reducción, el comandante berón de astrada ,que estaban acá en la paz ,en la zona de las barrancas,un caserio,precario , en un lugar cerrado,protegido con guadias ,para salir,control y permisos y si querían escapar tenían 30/40 metros de barranca abajo ,un rio caudaloso más empálizadas que la separaban de la gente de la ciudad.-los hombres salían a trabajar,traían tasajo,carbón,,leña,cueros y piedras grandes y casi todo se cargaba en los bergantinesen el balneario viejo...las mujeres trabajaban lavando limpiando cociendo cocinando y en la fabrica de cigarros ,de estas mujeres era mi hermosa abuela... hija de un capitanejo que llegó a la reducción de la zona de san javier ,era chaná /mocovi y su mamá era " charrúa " de la zona del yeso/bovril/otros asentamientos en zona de villaguay...sea, eran charrúas entrerrianos,según mi abuela, que descendían de la gente del sur ,creo los tehuelches...tengo algunas vivencias y recuerdos ,alguna canción y algo de musica (todo provenía de troncos ahuecados,percusión en palos gruesos ,cuencos.-como así también nme contaba sobre el tigre ,la lechuza el buhó y el halcon cazador .- ella fallece cuando yo finalizaba el tercer año nacional, tenía casi 15 años y según mi tío Pedro el mayor,la abuela tenía ya como cien años .-para abundar hace poco me entero que los charrúas tenian algo que lo dintinguía , como una marca ,"la mancha Mongol ",en la base del coxis ,sobre la piel .bueno no se si es así pero yo y mis hijos todos varones lo tenemos,otra caracteristicas,son rubiones y de tez blanca como yo pero de pelo muy grueso y resistente como pocos al
dolor . también la verdad es que somos buenos peleadores y buenos para andar a caballo ,no le pegamos ,así decia ella al caballo hay que hablarle y acariciarlo ,no domarlo.- otra anecdota ,decía ella
que el halconcito (el peregrino,creo era el cazador ), la lechuzita chiquita espantaba la mala suerte y la grande,creo es el buho cazaba , los cuidaba las noche..? .-
Bueno , para muestra basta un boton,espero no haberlos aburrido ,pero es una manera de presentarme y decirle a la comunidad originaria ,que me agradaría conocer más, presentarnos , saber más , somos BERON (pero deseo saber más de la historia de mis antepasados , nativos de america).- charrúas y chanaés.-,.
gracias,reciban mis respetos y saludos.-
angel barredo. -la paz entre rios -"La boutique" del pescador cazador .pesca/caza/cuchilleria/camping/nautica/alquiler de lanchas con guía y hospedaje para turistas.-



Querido Angel Gracias por esa historia que realmente me sorprende pregunte muchas veces si todavia quedaban en enterrios descendientes de nuestros indios y nadie me sabia contestar, Quiero contarle que Hay una pagina de la red aborigen :
http://www.tierradegauchos.com/aborigenes/index.htm

El custodio de la cultura Chaná



Blas Wilfredo Omar Jaime.






TEXTUAL. "Cada palabra que mis alumnos aprenden, es como una piedra que me saco de la mochila", dice Blas Wilfredo Omar Jaime.
(Sergio Ruiz)

Durante setenta años ocultó su condición aborigen, y hace tres descubrió que ahora es valorada y que hay personas que quieren aprender su lengua y conocer su cultura. Costumbres, creencias y hábitos de una etnia que se consideró olvidada.



Blas Wilfredo Omar Jaime nació en 1934 en Nogoyá y actualmente vive en el barrio El Morro, de Paraná, junto a su mujer y su hijo menor. Está jubilado, luego de haber trabajado desde los 10 años, y hace un tiempo se desempeña como profesor de Chaná, la lengua que hablaban sus ancestros en los pueblos aborígenes desparramados en diferentes zonas del país, casi siempre cercanas a algún río.
Jaime -cuyo nombre en Chaná es Tatoó- es, según lo que se sabe hasta ahora, el último aborigen vivo de esa etnia y la única persona que habla Chaná.
"Es feo ser el último, ser solo. Cada palabra que mis alumnos aprenden, es como una piedra que me saco de la mochila que siento en la espalda", dice el hombre, quien además de sus clases en el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Profesor Antonio Serrano (ver aparte), está escribiendo un diccionario con palabras en esa lengua.

LA TRANSMISIÓN. "Tatoó significa pícaro, pero pícaro de inteligente, no de malo. A los niños aborígenes nunca le ponían el nombre al nacer, sino cuando demostraban alguna cualidad o defecto físico o de comportamiento", cuenta Jaime, y acelera el ritmo de su charla referida a la cultura Chaná.
Hace tres años que Jaime empezó con su tarea de transmitir el idioma y la cultura del pueblo de sus abuelos. "De chicos, a nosotros nos prohibían que habláramos del tema aborigen: nos decían que no le dijéramos a nadie, por la discriminación, porque era maltratado el niño aborigen o descendiente de aborigen. Por eso, yo no sabía que esto le podía interesar a la gente; ahora lo vengo a descubrir", indica el hombre bajo, de tez morena, que se manifiesta contento con el cambio que ha habido en los últimos años en relación a la valoración de las raíces indígenas.
Jaime recibió el idioma de boca de su mamá, con quien se sentaba todas las noches, durante 14 años, para aprender palabras, su pronunciación y significado, y para que ella le "tomara" los conceptos relacionados a la cultura Chaná.
"Ella lo hizo para que no se perdiera, y yo me hice cargo del legado. En realidad, la transmisión del idioma se daba entre las mujeres: mi tatarabuela a mi bisabuela, ella a mi abuela y de ahí a mi mamá; se elegía a la hija más inteligente para enseñarle; pero como mi hermanita murió joven, me tocó a mi", confía durante la charla con EL DIARIO.

VESTIGIOS. Muchas características de la educación recibida por Jaime estuvo marcada por la cultura aborigen.
"En mi familia se conservó la costumbre de tener cada uno su huerta; el respeto total hacia los mayores; la decencia en el comportamiento. En mi casa jamás se dijo una grosería; mis padres fueron muy cuidadosos en eso", dice; y explica que "el niño era algo precioso para el padre; lo cuidaban mucho, quizás demasiado, porque era la esperanza de la prolongación de la etnia".
Jaime insiste en el lugar del respeto, y cuenta que si un niño lo faltaba, era castigado con "hortigazos".
Según los relatos de Jaime, su familia logró mantener las costumbres Chaná durante muchos años.
"En 1750, más o menos, la comunidad Chaná dejó de existir como pueblo. Fue destruido por los españoles, pero de forma bastante pacífica. Ellos le prometieron al pueblo Chaná, que era muy guerrero, que iban a darle vacas, caballos, ovejas y tierra limpia; que lo iban a proteger con el Dios que decían que era padre del Dios Chaná; y que los niños iban a ser mejor instruidos y mejor cuidados. Se formó una junta Chaná y se decidió aceptar lo que ofrecían los españoles. Y esa fue su perdición", argumenta. Y agrega que "a los hombres los separaban de las mujeres, que las tomaban para su propia procreación. A los más rebeldes los mataban, y sólo dejaban vivos a los que les servían porque sabían hacer algo que ellos necesitaban".

EL PUEBLO. Omar Jaime escribe y habla para que las cosas queden registradas; quiere decirlo todo y, así, salvar su cultura del olvido.
Cuenta que "el chaná no tenía hijos con personas de otras etnias. Los jóvenes, después de hacer su prueba de iniciación, tenían que ir a buscar a su mujer, que generalmente ya la tenían elegida en otro pueblo Chaná. Las jóvenes tenían que esperar a que venga alguien de otro pueblo a buscarlas, para después atarse", es decir formar una familia, lo cual sucedía cuando tenían entre 13 y 14 años.
Acerca de esa prueba de iniciación, cuenta Jaime que "el varón tenía que demostrarle al Consejo de Ancianos su capacidad para mantener una familia: que su sembradío estaba bien hecho; que sabía hacer sus armas, construir su canoa y hacer su casita. La última prueba consistía en salir solo al monte y volver con un jaguareté muerto. Lo tenía que cazar sin ayuda de nadie, llevarlo al pueblo, abrirlo adelante de todos, sacarle el corazón y comerlo crudo. Después la ceremonia seguía con una paliza que le daba el padre con una vara, mientras le decía que ese era el último castigo que recibía de su padre, que recordara todo lo que él le había enseñado y que desde ese día en adelante su único castigo iba a ser recibido de él mismo de acuerdo a sus acciones; que desde ese momento era un hombre y podía buscar su mujer".
Las jóvenes también tenían su prueba: "Era una ceremonia solamente con mujeres. Tenía que demostrar que sabía cocinar, encender el fuego, coser los cueros, limpiarlos, curtirlos; eso sucedía luego de su primera menstruación", indica. Y sigue: "Según la regla Chaná, el hombre no puede lastimar a la mujer, entonces la abuela o la partera que había ayudado en el nacimiento de la joven, tenía que deflorarla con un falo de curupí, que es el único árbol que da leche. Esto era como propiciatorio de la fecundidad de la joven y para que tuviera suficiente leche".



Cursos de lenguas aborígenes

Desde hace aproximadamente un mes, se están desarrollando en el Museo de Ciencias Naturales y Antropológicas Profesor Antonio Serrano, los talleres de Chaná y Guaraní, a cargo de Blas Wilfredo Omar Jaime y Augusto Mechetti Martínez, respectivamente. Los mismos fueron organizados por la Coordinación de Programas y Acción Cultural de la Subsecretaría de Cultura de Entre Ríos, en conjunto con el mencionado museo. El de Guaraní se dicta los martes de 16 a 18 y los miércoles de 17 a 19; en tanto que el de Chaná tiene lugar los viernes a las 17. Para mayores informes, concurrir a la sede del Museo (Carlos Gardel 62), de 8 a 12, o bien comunicarse al teléfono (0343) 4208894.




Fuente: http://temasliterarios.blogspot.com/2005/11/el-chana-lengua-muerta-o-escondida.html


el chana, ¿lengua muerta o escondida?
La última palabra



Por Esteban Magnani (publicado en Página12)
Hacia el año 1815 el sacerdote Dámaso Antonio Larrañaga, quien escribía los famosos e incendiarios discursos de Artigas, se acercó a Soriano, Uruguay, una antigua reducción aborigen. Allí entrevistó a tres de los indios más viejos para armar el último registro conocido del lenguaje "chaná" que utilizaba una etnia del mismo nombre, emparentada con los charrúas y que ocupaba parte de Uruguay y, en nuestro país, el sur de Entre Ríos y Santa Fe y el norte de Buenos Aires; ciudades como Baradero fueron originariamente reducciones de indios chaná.

De lo que Larrañaga recopiló sólo se publicaron algunos datos sobre la pronunciación y estructuras gramaticales del chaná, además de unos 70 términos. Durante casi dos siglos se creyó que esta lengua había desaparecido poco después de ese registro, hasta que a principios de 2005 casi de la nada apareció un hombre de 71 años que se define como chaná y que recuerda otro puñado de palabras.

De zoologicos y entrevistas
En marzo de este año el investigador del Conicet Pedro Viegas Barrios, quien se dedica a la lingüística histórica comparativa de lenguas aborígenes argentinas, leyó algo que le llamó la atención: una entrevista realizada a Don Blas Wilfredo Jaime, un hablante del chaná que vive en Paraná, Entre Ríos. Justamente su área de estudios es recopilar los fragmentos de lenguas que se hablaban, rastrear similitudes y diferencias, más o menos como se rastrean genes similares entre distintos grupos étnicos.

Por eso Viegas Barros fue a Paraná a entrevistar a Jaime y recopilar las hasta ahora casi seiscientas palabras y el puñado de frases que recuerda. "Ha habido casos de gente que asegura hablar una lengua que se considera muerta pero que al final resulta ser simplemente una deformación de otra distinta. O también pasa, como me ocurrió en un encuentro de charrúas, que los cantos o los rezos están basados en reconstrucciones posteriores a partir de material publicado, no en la tradición. En el caso de Don Jaime para mí está claro que si hubiera inventado basándose en el chaná registrado, tendría que haberse pasado varios años estudiando cómo se producen las variaciones lingüísticas. Es algo bastante improbable... para colmo la mayor parte de la bibliografía sobre características de lenguas en proceso de desaparecer está en inglés", explica Viegas Barros con una media sonrisa, mientras espera que se haga la hora de pasar a buscar a Don Jaime, quien viene brevemente a Buenos Aires para llevar a su hijo de cuatro años al zoológico.

Don Jaime contó en varias ocasiones que aprendió la lengua de su madre, abuela y bisabuela, quienes se decidieron a transmitírsela cuando murió la última descendiente mujer. Al menos en su familia, los hombres no hablaban la lengua porque eran los que tenían que salir a trabajar y, como ocurre a la mayoría de los aborígenes aun en la actualidad, utilizar un idioma nativo puede ocasionar rechazo. Por eso la tradición se resguardaba en las casas bajo el control femenino. "Según cuenta Don Jaime, la sociedad chaná era matriarcal; el hombre no debía lastimar jamás a una mujer, hasta el punto de que las adolescentes eran desvirgadas por un familiar utilizando un falo de cerámica. Cuando su madre ve que no tiene una mujer a la que pasar la lengua y las tradiciones, le empieza a enseñar a Don Jaime, que tenía 14 años. Después de la muerte de la madre y con el paso de los años fue perdiendo la fluidez. Hoy dice las palabras con pronunciación española y la gramática también está bastante españolizada. Por ejemplo, no dice en chaná, siguiendo el orden de las partes de la oración que según Larrañaga era normal, 'yo la lengua chaná hablo' sino 'yo hablo la lengua chaná'. Es natural que en una lengua obsolescente haya cambios de este tipo, y éste es uno de los argumentos que sugieren que este caso puede ser cierto", cierra el lingüista.

Del proto-chon venimos
En la Argentina, antes de la llegada de los españoles, se hablaban al menos 36 lenguas muy diversas. "La Patagonia es muy particular en cuanto a la diversidad de las lenguas. En una región relativamente pequeña se encuentran tantas diferencias como entre el español y el chino. Entre tehuelches y mapuches, que fueron vecinos durante siglos, siempre tuvieron que usar traductores."

Muchas de esas lenguas ni siquiera fueron registradas y se creía hasta hace pocos años que en nuestro país sobrevivían (es decir, tenían hablantes) sólo 12. "Ahora hay que agregar el chaná y otra más, el vilela, que se creía extinto hace treinta años, del que se encontraron dos hablantes, aunque uno ya murió." Lo más notable del caso chaná es que durante casi doscientos años se creyó que había desaparecido, pero simplemente estaba escondido.

Camino al hotel donde se hospeda Don Jaime, Viegas Barros cuenta que está intentando reconstruir algunos aspectos del "Proto-Chon", la lengua madre de la mayoría de las que se hablaban en las tierras patagónicas. "En lingüística se puede, a lo sumo, reconstruir lo que se hablaba hace unos 5000 o 6000 años. Más allá de eso puede haber semejanzas por simple casualidad o por la influencia que se da en la convivencia entre lenguas, pero un eventual parentesco entre idiomas que tengan una divergencia superior a los seis o siete milenios es indemostrable."

Al llegar al hotel hay un mensaje esperando: a las 8.05 partieron padre e hijo, impacientes pero con las prioridades claras, a ver los animales en el zoológico.